Queridos padres, religiosos y religiosas, y fieles amigos del Verbo Encarnado,
El día de hoy es una fecha muy especial para nuestro Instituto, ya que celebra sus primeros 30 años de fundación. Nuestras hermanas, las Servidoras, también celebraron hace unos pocos días sus 26 años de existencia. Damos gracias a Dios quien, en sus designios eternos, ha querido suscitar en la Iglesia a nuestra pequeña Familia Religiosa.
Los caminos de la divina providencia son siempre inescrutables. La breve historia de nuestro Instituto tantas veces ha estado marcada por el signo de la cruz. No nos han faltado las dificultades, las contradicciones y las pruebas. Sin embargo, una mirada retrospectiva, hecha con simplicidad evangélica, pone de manifiesto que Dios ha estado muy claramente presente al inicio de esta obra, y que la ha acompañado siempre, a todo lo largo del camino, y con amor de Padre la ha guiado y sustentado, aún en medio de las dificultades. Más aún, es en los momentos más difíciles que la Bondad y el Poder de Dios siempre resplandecieron de un modo más claro.
Es por esto que damos gracias a Dios, y al agradecerle sus dones no podemos dejar de agradecer también a todos aquellos de los que Dios, en su solicitud paternal, muchas veces se ha servido para ayudarnos. Y, en este contexto, no queremos olvidar a todos nuestros amigos, a los benefactores materiales y espirituales de nuestro Instituto, en especial a quienes nos recuerdan en sus oraciones. ¡A todos les damos las gracias por todo!
Para nosotros estos años pueden parecer un largo período de tiempo, pero miradas las cosas en una perspectiva histórica, nuestro Instituto está realmente en sus comienzos. Este es, por tanto, también un momento para mirar hacia adelante y pedir las gracias necesarias para responder, cada vez mejor, a la llamada que hemos recibido, personalmente y como Instituto.
En el Evangelio es muy claro que la solidez de una casa está relacionada con la firmeza de sus fundamentos, es decir, con la fidelidad a la voluntad de Dios. En definitiva, lo único que realmente importa en nuestras vidas es que seamos fieles a los designios divinos sobre nosotros. Pidamos, de un modo especial en el día de hoy, y siempre, la gracia de la fidelidad al carisma recibido, de modo que Dios nos halle a la altura de su llamada y podamos realizar siempre y solo su santa Voluntad.
Que María santísima de Luján, el Beato Juan Pablo II y todos nuestros santos patronos nos protejan y nos bendigan en este propósito.
¡Que Dios los bendiga abundantemente!
En Cristo y María,
P. Carlos Walker, IVE
Roma, 25 de marzo, 2014