Por gracia de Dios, entre el 25 de agosto y el 17 de septiembre pasados, he podido visitar a nuestros padres en Vanimo (Papúa Nueva Guinea), previo breve paso por la ciudad de Sydney, en Australia.
En este momento la comunidad en Vanimo está conformada por los padres Tomás Ravaioli, Maximiliano Navarro y Martín Prado. Como se sabe, los padres están a cargo de la parroquia de Baro, muy cerca de la ciudad de Vanimo, la cual comprende varias comunidades (Wutung, Yako, Waramo, Baro, etc.) y dos escuelas primarias (Baro y Simola). Esta parroquia está junto a la costa y se extiende desde el límite con la parroquia de Lido (muy cerca del seminario diocesano y de la misma ciudad de Vanimo) hasta la frontera con Indonesia, por un espacio de unos 50 kilómetros.
Las comunidades allí, se encuentran sobre la costa, en un marco verdaderamente imponente, con el mar de frente en todo el territorio parroquial; a unos 30 metros de la costa cruza la ruta, detrás de la cual hay una selva muy espesa de árboles altísimos. No sin razón los papuanos llaman a su país “el último paraíso”. A modo de ilustración, sólo relato lo siguiente: el mismo día en que llegué, desde el cuarto que me habían asignado, pude ver pasar muy cerca de la orilla a cuatro delfines; otro día vimos con los padres un águila que ascendía a grandes alturas para descender luego rápidamente hasta la altura de la cima de los árboles. Conocí también a “Aussie”, el Wallaby (pequeño canguro) que el P. Maximiliano tiene como mascota.